Flora Cantábrica

Matias Mayor

Archivo del 28 agosto, 2016

Frases del dia 28,8,16

28 agosto, 2016 Autor: admin

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TRATADO DE LA

VERDADERA DEVOCIÓN

A LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

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MARÍA EN EL DESIGNIO DE DIOS

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1 Por medio de la Santísima Virgen María vino Jesucristo

al mundo y también por medio de Ella debe reinar en el

mundo1 .

 

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1 Este es el tema que el P. DE MONTFORT desarrolla en toda la obra. En la que

aparecen ecos frecuentes de esta misma frase (ver 13, 22, 49, 83,158, 217, 272;

ver SM 58). La idea, a su vez, reaparece en tantas y tantas páginas monfortianas:

María ha recibido a Cristo del Padre para entregarlo a los hombres… Ella es,

por otra parte, el camino real y directo que nos conduce a Jesucristo (ver Nos.

152-168). EL PAPA JUAN PABLO II, en su encíclica La Madre del Redentor nos

presenta a María como quien “precede” a la venida de Jesús y la prepara (No.

3), como quien “precede” también a la Iglesia convirtiéndose en su modelo y

prototipo (No. 5), como quien nos “precede” a cada uno en particular en el

camino de la fe (Nos. 27-28) y de la historia (No. 49) a fin de que nuestro

encuentro con Cristo sea cada vez más íntimo y perfecto (No. 21). Ella, en

efecto, recibe del Padre al Hijo de Dios (No. 39): “Singularmente unida a El

(Cristo) en su primera venida por su cooperación constante lo estará también a

la espera de la segunda” (No. 41).

Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

 

 

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  1. MARÍA ES UN MISTERIO

 

  1. A causa de su humildad

 

 

2 La vida de María fue oculta. Por ello, el Espíritu Santo

y la Iglesia la llaman alma mater: Madre oculta y escondida.

Su humildad fue tan profunda, que no hubo para Ella

anhelo más firme y constante que el de ocultarse a sí misma

y a todas las creaturas para ser conocida solamente de Dios.

 

 

 

3 Ella pidió a Dios pobreza y humildad. Y Él, escuchándola,

tuvo a bien ocultarla en su concepción, nacimiento, vida,

misterios, resurrección y asunción a casi todos los hombres.

Sus propios padres no la conocían. Y los ángeles se preguntaban

con frecuencia uno a otro: ¿Quién es ésta? (Cant 8,5)2 .

Porque el Altísimo se la ocultaba. O, si algo les manifestaba

de Ella, era infinitamente más lo que les encubría.

  1. Por disposición divina

 

 

 

4 Dios Padre -a pesar de haberle comunicado su poder3

consintió que no hiciera ningún milagro –al menos

portentoso– durante su vida. Dios Hijo –a pesar de haberle

comunicado su sabiduría– consintió en que Ella casi no

hablara. Dios Espíritu Santo –a pesar de ser Ella su fiel

Esposa– consintió en que los apóstoles y evangelistas

hablaran de Ella muy poco y sólo en cuanto era necesario

para dar a conocer a Jesucristo.

 

 

 

  1. Por su grandeza excepcional

 

 

5 María es la excelente obra maestra del Altísimo, quien

se ha reservado para sí el conocimiento y posesión de Ella.

2 “El conocimiento de la verdadera doctrina católica sobre la Virgen María será

siempre la llave exacta de la comprensión del misterio de Cristo” (PABLO VI,

Nov. 21, 1964; ver LG 66).

3 El autor insiste en el poder de María que es: a) Señora de la Sabiduría (ASE

205); b) Reina del cielo y de la tierra (VD 7.38.76…); c) Reina de los Corazones

(VD 38). “La que en la Anunciación se definió como esclava del Señor… es

glorificada como Reina universal” (R Mat 41).

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Tratado de la Verdadera Devoción a María

 

 

 

María es la Madre admirable del Hijo, quien tuvo a bien

humillarla y ocultarla durante su vida, para fomentar su

humildad, llamándola mujer (ver Jn 2,4; 19,26)4 , como si se

tratara de una extraña, aunque en su corazón la apreciaba

y amaba más que a todos los ángeles y hombres. María es

la fuente sellada, en la que sólo puede entrar el Espíritu Santo,

cuya Esposa fiel es Ella. María es el santuario y tabernáculo

de la Santísima Trinidad, donde Dios mora más magnífica

y maravillosamente que en ningún otro lugar del universo,

sin exceptuar los querubines y serafines; a ninguna creatura,

por pura que sea, se le permite entrar allí sin privilegio

especial.

 

 

6 Digo con todos los santos que la excelsa María es el

paraíso terrestre del nuevo Adán (Ver Gén 2,8)5 , quien se

encarnó en El por obra del Espíritu Santo para realizar allí

maravillas incomprensibles. Ella es el sublime y divino

mundo de Dios, lleno de bellezas y tesoros inefables. Es la

magnificencia del Altísimo6 , quien ocultó allí, como en su

seno, a su Unigénito, y con Él lo más excelente y precioso.

¡Oh! ¡Qué portentos y misterios ha ocultado Dios en esta

admirable creatura, como Ella misma se ve obligada a

confesarlo –no obstante su profunda humildad–: ¡El

Poderoso ha hecho obras grandes por mí! (Lc 1,49). El mundo

los desconoce, porque es incapaz e indigno de conocerlos.

 

 

 

7 Los santos han dicho cosas admirables de esta ciudad

santa de Dios7 . Y según ellos mismos testifican, nunca han

estado tan elocuentes ni se han sentido tan felices como al

4 Una visión más positiva y actual nos la ofrece el Documento de Puebla al decirnos

que “María es garantía de la grandeza femenina; muestra la forma específica

de ser mujer…” (No. 299). María, la mujer sabia (ver Lc 2,19.51), es la mujer

de la salvación que puso toda su feminidad al servicio de Cristo y de su obra

salvadora (ver Gál 4,4-6; LG 56).

5 VD 18.248.261.

6 Ver VD 17.18.23-25.248.

7 Ver VD 48.261.

8 SAN BERNARDO decía: “Nunca me siento tan contento ni temeroso como cuando

debo hablar de la gloria de la Virgen María”.

8

Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

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méritos, elevados por Ella hasta el trono de la divinidad,

es inaccesible; la anchura de su caridad, dilatada por Ella

más que la tierra, es inconmensurable; la grandeza de su

poder, que se extiende hasta sobre el mismo Dios, es

incomprensible (ver Ef 3,18; Ap 12,15-16); y, en fin, que la

profundidad de su humildad y de todas sus virtudes y gracias

es un abismo insondable. ¡Oh altura incomprensible! ¡Oh

anchura inefable! ¡Oh grandeza sin medida! ¡Oh abismo

impenetrable!

 

 

8 Todos los días, del uno al otro confín de la tierra, en lo

más alto del cielo y en lo más profundo de los abismos,

todo pregona y exalta a la admirable María. Los nueve coros

angélicos, los hombres de todo sexo, edad, condición,

religión, buenos y malos, y hasta los mismos demonios, de

grado o por fuerza se ven obligados -por la evidencia de la

verdad- a proclamarla bienaventurada.

 

 

Todos los ángeles en el cielo –dice San Buenaventura– le

repiten continuamente: “¡Santa, santa, santa María! ¡Virgen

y Madre de Dios!”, y le ofrecen todos los días millones y

millones de veces la salutación angélica: Dios te salve,

María…, prosternándose ante Ella y suplicándole que, por

favor, los honre con alguno de sus mandatos. “San Miguel

–llega a decir San Agustín–, aún siendo el príncipe de toda

la milicia celestial, es el más celoso en rendirle y hacer que

otros le rindan toda clase de honores, esperando siempre

sus órdenes para volar en socorro de alguno de sus

servidores”.

 

 

9 Toda la tierra está llena de su gloria. Particularmente

entre los cristianos, que la han escogido por tutela y patrona

de varias naciones, provincias, diócesis y ciudades.

¡Cuántas catedrales consagradas a Dios bajo su advocación!

¡No hay iglesia sin un altar en su honor ni comarca ni región

donde no se dé culto a alguna de sus imágenes milagrosas

y se obtenga toda clase de bienes! ¡Cuántas cofradías y

congregaciones en su honor! ¡Cuántos institutos religiosos

hablar de Ella. Todos a una proclaman que la altura de sus

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Tratado de la Verdadera Devoción a María

colocados bajo su nombre y protección! ¡Cuántos congregantes

en las asociaciones piadosas, cuántos religiosos en

todas las órdenes religiosas! ¡Todos publican sus alabanzas

y proclaman sus misericordias!9 . No hay siquiera un

pequeñuelo que, al balbucir el avemaría, no la alabe. Ni

apenas un pecador que, en medio de su obstinación, no

conserve una chispa de confianza en Ella. Ni siquiera un

solo demonio en el infierno que, temiéndola, no la respete.

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