Flora Cantábrica

Matias Mayor

Archivo del 17 marzo, 2018

Frases del dia 12,3 18

17 marzo, 2018 Autor: admin

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San Rafael Arnaiz

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1 de abril de 1934 – domingo

A sus padres desde San Isidro de Dueñas

Queridísimos padres: Os imagino esperando impacientes mi carta prometida a principios de la Cuaresma. Todo llega y todo pasa.

 

Hoy, domingo de Resurrección, me ha llamado el Padre Maestro, me ha dado papel y me ha mandado escribiros; excuso deciros con qué alegría cumplo en este caso la santa obediencia, y sin más preámbulos que un Avemaría, para que Dios ilumine mis palabras, comienzo a contaros lo que he hecho durante estos cuarenta días.

 

Se dice bien pronto, pues tratando de imitar a Jesús en el desierto, lo que he hecho en estos cuarenta días ha sido ayunar, hacer oración y penitencia, y nada más, pues con eso ya tengo bastante; y no creáis que en esta época del año litúrgico abundan las caras largas y tristes a causa del ayuno…, nada de eso… Se pasa hambre, pero se pasa con alegría, pues se pasa por Dios…, y puedo aseguraros que nunca me he levantado de la mesa más contento que algunos viernes, después de no comer más que pan y agua.

 

Desde luego, la Cuaresma en la Trapa es muy dura, pero es llevadera, y si no, véase la prueba, aquí estoy yo que todavía vivo para alabar a Dios más y más cada día.

 

 

Pero las tinieblas se disiparon, el luto se ha cambiado en alborozo y alegría, el Rey del cielo es alabado por todos los ángeles y un atronador “aleluya” resuena en todos los rincones del mundo, lanzado por la Iglesia Católica… Yo me enorgullezco de ser hijo de la Iglesia y poder lanzar también mis alabanzas a Dios desde aquí, en el coro de una Trapa.

 

Todo tiene recompensa, en el cielo y a veces también en la tierra…, el reverendo Padre Abad nos ha premiado a la comunidad por lo bien que ha salido el canto en estos días, con un “alivio” en la comida de hoy, de dos huevos fritos y una taza de café. Como veis también en la Trapa se hacen algunas veces extraordinarios… Los dos huevos fritos me han sabido a gloria.

 

Ahora ya comienza el horario de verano; tenemos siesta de una hora, pues en lugar de dormir siete, dormimos seis. Salimos a trabajar al campo a las seis de la mañana; a esas horas está esto bastante “fresquito” todavía, pues estamos en abril, pero allá cuando llegue junio y julio, entonces dará gusto. Yo cada día estoy más contento de ser un monje trapense; eso no se paga con nada. Cuántas cosas os contaría si tuviera tiempo, pero lo tengo justo, y os vuelvo a repetir que aquí no puedo hacer lo que a mi me place, sino lo que me mandan.

 

En estos días he tenido que cantar en el púlpito unas “lecciones de Maitines” y puedo aseguraros que nunca he pasado tantos apuros. Me salía la voz temblona, cogía el tono o muy alto o muy bajo, tropezaba en la capa al subir las escaleras, en fin, un verdadero desastre, pero no se puede remediar, el verme a las tres de la mañana subido en un púlpito y dominando todas las calvas y peladas cabezas de los monjes, las letras del “leccionario” me bailaban, de repente se me olvidaba la pronunciación del latín, y no daba “pie con bola”.

 

También he estado de “servidor de iglesia”, o sea, “apaga velas”, ese es un oficio que me gusta mucho.

 

Además, no creáis, que tiene su importancia, pues aquí en la Trapa cualquier ceremonia adquiere una gran importancia, y para encender o apagar una lámpara hay que hacer todas las rúbricas que mandan las Reglas de la Orden… Están contados, incluso los pasos, los minutos y las inclinaciones.

 

En la iglesia siempre estamos de ceremonia, no se habla nunca para nada, no se hacen señas, se anda despacio, sin ruido, se hacen inclinaciones profundas al Señor que está en el Tabernáculo… En una palabra, lo que debe ser y exige el culto divino; eso a mí me entusiasma, pues bien sabéis que nunca me han gustado las familiaridades en nada, y menos en la iglesia. Se puede decir que los trapenses se educan exclusivamente para Dios. Educan primero su alma, pero después su cuerpo y sus modales…, y no es que yo quiera alabar a mi Orden por encima de nadie, pero se puede decir que en cuanto a la forma de celebrar el culto, el trapense es el más elegante… Cuánto me hubiera gustado que hubierais visto todas las ceremonias de la Semana Santa.

 

Los más insignificantes detalles están ordenados de una manera matemática, y así es la única manera de no armarse un barullo.

 

En fin, esta vida es tan distinta a la que hasta ahora he llevado que no os podéis imaginar por mucho que os contase… Todos los detalles de mi vida están en el libro de los “Usos” que tenéis en casa. Eso en cuanto a la parte externa…, en cuanto a mi alma, ¿qué os puedo yo decir?… ¡Dios me quiere tanto!… Tengo tanta paz en el alma que no lo podría explicar… Cada día que pasa bendigo más a Dios, que me ha escogido entre tantos sin yo merecerlo.

 

Qué idea tan distinta tiene la gente de lo que es una Trapa… Cuántos habrá que me compadezcan e, incluso, se asusten de mi vida, sin sospechar siquiera que aquí en el propio renunciamiento a si mismo y en la entrega total a Dios, se encuentra lo único que merece la pena de vivir…, que es la paz en Dios.

 

Mi única ocupación es amar a Dios, eso lo llena todo y todos los momentos del día.

 

Los ratos libres estudio el “canto” y el solfeo, me practico en el Oficio divino, leo a santa Teresa y así, en silencio, se me pasan los días y los meses sin darme apenas cuenta … Estoy verdaderamente admirado de que, a pesar de levantarme a las dos y acostarme a las ocho, no tenga tiempo para nada.

 

Además, no podéis imaginaros lo agradable que se me hace el no saber nada del mundo… En los dos meses y medio que llevo aquí, me he enterado solamente de dos noticias: la primera nos la dijo el reverendo Padre Abad en el capítulo, pues nos dijo un viernes de Cuaresma que la procesión que hacemos ese día por el claustro, cantando los salmos penitenciales lo aplicásemos para que triunfaran los buenos, pues había crisis en el Gobierno… Y nada más, todavía no sé si se ha resuelto.

 

La otra fue el Padre Submaestro que me dijo a propósito de no sé qué, que se había muerto el rey de Bélgica. Eso es todo lo que a mi ha llegado en este tiempo…, y no tengo ganas de saber más.

 

Lo que me da más alegría es pensar que esta paz será eterna, pues el día que me muera, lo único que haré será aumentarla en tan alto grado, que no puedo sospechar.

 

El amor a las criaturas, con la muerte se acaba… El deseo de gloria humana, con la muerte se termina, y los negocios del mundo, con la muerte se desvanecen en nada; solamente el amor a Dios, se aumenta con la muerte… Es decir, que lo que yo tengo. lo tengo para siempre, me lo dice la fe; en cambio, lo que he dejado en el mundo, es solamente prestado para unos cuantos años…, después, nada.

 

Por eso, queridísimos padres, cuando yo soy tan feliz aquí en mi monasterio, poseyendo solamente una túnica y una capa blanca por todo caudal, y veo que no hace falta más para ser feliz en la tierra, pienso en vosotros y tengo unos ardientísimos deseos de poder comunicaros lo que siento en aquellos momentos, y deciros a vosotros y a mis hermanos: No os preocupéis del mundo y sus negocios, no os inquiete el porvenir, dejadlo en manos de Dios; no os aficionéis a las cosas de la tierra, pues es perder el tiempo. Acudid a Dios y en Él hallaréis paz, primero aquí en la tierra y después en el cielo…

 

Quisiera en ciertos momentos comunicaros mi alma, mi amor a Dios, para que vierais que vuestro hijo ha encontrado el verdadero camino…, y como dice el evangelio, un tesoro, y sin pérdida de tiempo se dedica a desenterrarlo… Pero al mismo tiempo, como no soy egoísta, quisiera llamar a todos mis hermanos y decirles: Acompañadme y ved que es verdad lo que os digo… Buscad a Dios y le encontraréis, y una vez hallado, tened la seguridad que nada ni nadie os hará dejarle.

 

Bueno, ya me salió el sermón, la verdad es que no se cómo me las arreglo. El día que vengáis a yerme os haré una platiquita y todo.

Ahora vamos a Vísperas, pues van a dar las cuatro.

 

Ya parece que me voy acostumbrando a la capucha…, mejor dicho, ya me voy acostumbrando a todo. El cuerpo es un animal de costumbres, y lo único que hay que hacer es saber domarle.

 

Haced caso de lo que os dijo el Padre Maestro, y no vengáis todavía, pues aún hace frío en la hospedería y en la primavera esto está muy agradable.

 

En este momento me da el Padre Maestro una carta de mi madre y me dice que la conteste; a eso voy.

 

En primer lugar, no soy un fraile, que conste…, soy un monje, que no es lo mismo; en segundo lugar, que no tengo la cabeza tras la capucha, sino la capucha tras la cabeza…, que no es lo mismo.

 

Lo que no debes hacer es preocuparte de si mis manos manejan el pincel o el azadón…, a los ojos de Dios es lo mismo, con tal que se manejen para mayor gloria suya…, y con todo se le puede alabar… En el campo con el azadón, en casa con la pluma, en la iglesia con el incensario; la cuestión es no tenerlas paradas…, y así algún día poder presentarse delante de Dios y, enseñándole las manos llenas de callos y sabañones, decirle: «Señor, las obras ejecutadas por mí son pobres y despreciables, mis manos han trabajado mal…, pero yo, Señor, todo lo hacía en tu nombre, y cada vez que el cuerpo se inclinaba en tierra, para ganarme el pan, mi corazón se elevaba a Ti para poder algún día ganar el cielo”. Es un gran consuelo tener callos por amor a Dios.

 

Me alegro infinito que veas en la voluntad de mis superiores, la de Dios, pues así es… Cuida mucho a la tía, pues los enfermos y los viejos son un manantial donde se puede ejercitar la caridad… Hacerlo todo con paciencia, con cariño, soportando a veces insolencias y malas caras…, y sí nuestros sacrificios no los pagan y comprenden los hombres, mejor, así son más agradables a Dios, a quien tampoco pagaron su sacrificio en la Cruz… y Él mismo nos dijo que si diéramos un vaso de agua en su nombre, gozaríamos de Él en el cielo.

 

La caridad ¡qué hermosa virtud!, pues en ella va comprendida la paciencia, la abnegación, la mansedumbre, la dulzura…, bueno, en una palabra, la santidad. Por tanto. aprovéchate de las ocasiones que Dios pone a tu alcance. y no las desperdicies, que dentro de poco tenderemos que dar todos mucha cuenta a Dios de nuestras acciones.

 

Ahora me voy a meter con Fernando, pues lo que tiene que hacer es no hacer el “ridi” y seguir su régimen al pie de la letra, y si quiere ponerse bueno, que venga a la Trapa, y yo le aseguro que aquí no tendría ni el menor asomo de ataques de hígado… ¿Que es difícil? Ya lo sé, pero si no lo hace por su salud, que lo haga por amor a Dios, y estoy seguro que se cura.

 

Yo atestiguo en mí mismo que se puede vivir solamente a base de alubias, patatas, remolacha cocida, vino y pan… Si es bueno, y se porta bien, se le pueden dar un par de huevos y un poco de café cada dos o tres meses.

 

Claro que al principio tarda uno en acostumbrarse…, y a veces, lágrimas cuesta.

 

Me acuerdo que al tercer día de estar en el monasterio, no me habían dado más que alubias blancas un día, negras otro y con pintas otro, y como soy un regalado y estúpido comilón, al subir del refectorio al noviciado pensando que ésa había de ser mi comida durante toda la vida, pues cogí una perra de esas de terranova, y ahora cuando me acuerdo me echo a reír, y el día que no ponen alubias las hecho de menos… Bien es verdad que el hermano cocinero, con un puñado de las dichas legumbres y un poco de agua y sal, hace maravillas, por lo menos a mi me lo parecen, y no cambiaría yo mí escudilla, comida en silencio y con el corazón alegre, por el mejor “menú” que me puedan dar en Lardy… De manera, Fernandillo, que ánimo y dale coba a las verduras.

 

De Juan no sé una palabra. Me alegro que vaya por casa, es muy buen chico y yo le quiero mucho.

Me alegro también de que a ti te alegren mis cartas, aunque mis letras son tan cortas que no pueden expresar con toda fidelidad lo que siento, pero espero que, a pesar de todo, me comprenderéis perfectamente. Me pides detalles de mi vida, pero ya los sabes todos. En fin, allá van.

 

Ya he aprendido a afeitarme con navaja sin cortarme. Las mangas de la camisa me están en las narices. Hoy hemos comido alubias blancas, leche y nueces… Durante toda la Cuaresma nos quitaron la leche y el postre, quedando sólo las alubias… Por la noche nos daban un plato de patatas o lentejas y seis onzas de pan…, y a las seis de la mañana, media onza de chocolate y una de pan. Esto es lo que más me costaba de la Cuaresma, pues los días que nos levantamos a la una, y se prolongaban un poco mas los Oficios, nos estábamos en ayunas seis o siete horas, y si después te dan un pedazo de pan del tamaño de dos duros…, pues eso…, pasas hambre… Ahora tomamos todo el pan que queremos. A pesar de todo, estoy estupendamente de salud, y dándole infinitas gracias a Dios que me da fuerzas para todo.

 

Más detalles: Ya sé pelar patatas, con toda mi elegancia característica. Cuando leas en las vidas de los santos, que, como una cosa notable, se dedicaban a humildes menesteres, no le des importancia…, pues en realidad, no pasa nada, por saber manejar una escoba, pues todo es relativo. Si en la escalera de casa me pongo un mandil y ayudo a la portera a fregar la escalera, hubiese llamado la atención…, como aquí la llamaría un señor que en el refectorio se pusiese a dar palmaditas como en un café para llamar al camarero… Aquí todos barremos y nos ayudamos unos a otros en todo… La semana pasada estuvo de servidor de mesa mi venerable Padre Maestro… Esta mañana me ayudaba a mí a empaquetar chocolate, un digno sacerdote de pelo blanco, y luego yo le ayudaba a la Misa conventual…

 

Por tanto, la vida de la Trapa no se comprende bien, pues se relaciona con el mundo, siendo así que la vida del mundo es completamente distinta.

 

Para el trabajo, para comer y para dormir, y en el cementerio, todos somos iguales…, siendo así que hay una escala desde el reverendo Padre Abad al último novicio, y cada cual tiene su puesto, su cargo y su dignidad. Es decir, que en el Cister están compenetrados la jerarquía con la igualdad: es una sociedad perfecta, dentro de lo que cabe, siendo cosas de los hombres.

 

Cuando cantes el Avemaría de Gounod, no te acuerdes de mi para nada, es mejor que te acuerdes de la Virgen; sacarás más provecho y saldrá mejor.

 

No debe entristeceros ningún recuerdo mío, al contrario… No desperdiciemos las lágrimas.

 

Siempre que te entristezca mi recuerdo, acuérdate de la Virgen María, que Ella también tuvo mucho que ofrecer. Me alegro que mi padre no se haya detenido, pues si no le hubieran dejado yerme, habría pasado un mal rato y yo también, y no conviene violentar las cosas. Ya supondréis, como es natural, que mi noviciado es la época de más recogimiento de mi vida religiosa.

 

En fin, yo también tendría muchas cosas que contaros, y quisiera volcar mi corazón en el papel, pero tenéis que contentaros con los buenos deseos. Quiero ya terminar esta carta que se está prolongando más de lo debido; por tanto, lo dejo hasta la próxima.

 

Repartid en mi nombre todo lo que queráis, y vosotros recibid todo el cariño de vuestro hijo

 

F M. Rafael

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