Flora Cantábrica

Matias Mayor

TERRORISMO EN LA ECONOMÍA


…………………………….

TERRORISMO EN LA ECONOMÍA

LA COMPLEJA MUERTE DEL NEOLIBERALISMO

OSVALDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ

EDITORIAL DE CIENCIAS SOCIALES, LA HABANA, 2007

Vamos a la tertulia del University College


El moderador interviene: hoy vamos a comentar el capítulo de el libro de Osvaldo Martínez, titulado “TERRORISMO EN LA ECONOMÍA”.El autor  denuncia las terribles desigualdades sociales que crea el capitalismo y como consecuencia de ello son muchas las personas que sufren un terrorismo psicológico.


Por lo general, no establecemos relación entre el terrorismo y la economía, como si esta fuera ámbito técnico, neutral, imposible de que en él algunos ejerzan el terror contra otros. Y no es así, porque el sistema económico mundial dominante, esto es, el capitalismo imperialista, con su traje de lentejuelas de la globalización neoliberal, incorpora el terrorismo económico como parte orgánica de su modo peculiar de funcionamiento.


Al escuchar la palabra terrorismo pensamos de modo automático en ataques con bombas, asesinatos, torturas y todo el repertorio de horrores que exhibe la carnicería terrorista.

Esta forma de terrorismo no hace estallar bombas, pero funciona 24 horas al día con implacable constancia y una alta eficiencia terrorista. Tanto que provoca más muertes por hambre, pobreza, desempleo y enfermedades curables que guerras enteras. No mata por metralla o bala, pero asesina cada día por explotación, por exclusión o por desesperanza a una cifra pavorosa. Solo un ejemplo entre muchos: cada año mueren 13 millones de niños por enfermedades prevenibles y fácilmente curables con medicamentos que cuesta centavos de dólar producir.


El triunfo del neoliberalismo fue la derrota del Estado intervencionista y regulador para abrir paso al mercado desregulado, al mercado ultraliberal acunado por el pensamiento único y decidido a hacer una salvaje acumulación de súper ganancias después de tirar por la borda los “suavizadores” sociales tan gratos a la socialdemocracia, y a lanzarse sobre los recursos laborales y naturales del planeta, ahora más a su alcance que nunca gracias a la globalización.


El mercado desregulado, el Estado reducido a mero guardián del orden, el pensamiento que aseguraba ser absolutamente único y los monopolios mediáticos que proclamaban que lo sensato consistía exclusivamente en ser rico y frívolo, fueron ingredientes estelares de la oleada neoliberal que en las últimas tres décadas le sumó a la vieja explotación un factor adicional: el terror económico en todos los eslabones del sistema y, con especial intensidad, en la relación con la periferia pobre y subdesarrollada.


Este terror económico potencia la explotación. Provocan terror ciertamente el hambre, la pobreza, el desempleo, la muerte prematura por desatención de salud, el analfabetismo, la vida mutilada por la enfermedad, la desinformación, la incultura y otras desgracias sociales. Pero estas siempre han provocado terror en cualquier etapa de la larga historia del capitalismo.


Lo nuevo y distintivo en este capitalismo de la globalización neoliberal es que esas desgracias sociales o motivos de terror no solo crecen al lado del avance asombroso de la ciencia y la tecnología, que tienen ya el potencial para desaparecerlas, sino que, a diferencia de la historia anterior del capitalismo, el pensamiento dominante no las entiende como defectos o anomalías del sistema que deben ser enmendados o al menos reducidos.


Ahora, son consideradas como datos integrantes de una realidad ineludible, de la que no es culpable el sistema, sino la inhabilidad de las personas o de los países para aprovechar las oportunidades que el mercado liberalizado ofrece. Los inhábiles e incapaces tienen lo que se merecen y a nadie pueden culpar de su suerte. El subdesarrollo y la pobreza son “daños colaterales” inevitables y nada importantes, que van quedando al paso del espléndido mercado generador de fabulosas fortunas. El subdesarrollo y la pobreza no son más incapacidades del sistema en que existen. Son incapacidades individuales y nacionales para cumplir con las reglas del buen gobierno y la buena economía, que llevan al fracaso merecido. No hay responsabilidad con el subdesarrollo y la pobreza. Por tanto, el único enfoque aplicable es el de la caridad.


Colocados en la posición de mendigos que deben implorar asistencia de caridad, los países pobres sufren el terrorismo económico de un sistema que los explota, los excluye y también los culpa por ser pobres. Él ha racionalizado el terror económico y ha convertido a las víctimas en culpables.

Otro rasgo nuevo y distintivo es que el sistema no solo ha racionalizado el terror económico. ha creado agentes terroristas que son los operadores del terror y actúan desde la sombra y el anonimato con armas de alto poder destructivo.


Son los especuladores que encuentran en el mercado liberalizado el escenario ideal para atacar con sorpresa y rapidez a víctimas que son exterminadas.

Son las instituciones emblemáticas del sistema, (FMI, BM, OMC) las que sintetizan el pensamiento y aportan la metodología para aplicar las decisiones de los reales centros de poder económico: los niveles ejecutivos de las grandes transnacionales.


El capitalismo de nuestros días ha convertido la economía real, aquella que produce bienes y servicios que satisfacen necesidades humanas, en un pigmeo al lado de la especulación financiera. En solo 24 horas el mercado financiero globalizado mueve unos tres millones de millones de dólares en transacciones que en el 95% nada tienen que ver con movimientos reales de bienes y servicios.


En doce países de América Latina el servicio anual de la deuda externa es superior al gasto en educación, en trece países es mayor que el gasto en salud, y en seis es mayor que el gasto en educación y en salud.


En Lesotho, donde uno de cada tres adultos está infectado de SIDA, se gasta más en pagar la deuda que en salud.

Eso es terrorismo económico.


Ya no es necesario enviar barcos de guerra y ocupar las aduanas del país deudor para cobrar, como sucedió en varios países latinoamericanos. Ahora basta con enviar una misión del FMI y/o amenazar con una mala calificación de una agencia privada calificadora de riesgo, que son expertas en hacer aparecer como decisiones objetivas del mercado las manipulaciones de las transnacionales y las decisiones de política que gobiernan el mercado.


Estas agencias calificadoras de riesgo consagran o condenan de modo inapelable a los países.

No solo se hace terrorismo amenazando con bombas. La amenaza de una mala calificación por parte de Moody´s, Standard and Poor u otra agencia calificadora de riesgo, provoca tanto terror y puede matar más que muchas bombas, en términos de pobreza, hambre y desempleo.

Eso es terrorismo económico


El resultado es que el Tercer Mundo produce el 90% del cacao del mundo, pero hace menos del 5% de la producción mundial de chocolate.


Esto es terrorismo económico.

………………………..

image002

Enviar respuesta


Sígue nuestro blog

Páginas