Flora Cantábrica

Matias Mayor

María Faustina Kowalska.2.Español


María Faustina Kowalska

PRIMERO

 

Niña bendita

 

 

Estanislao Kowalski y Mariana Babel después de casarse compraron un par de „morga” (”morga” es una medida agraria polaca, 56 áreas aproximadamente) lejos de las carreteras y de las ciudades. Pronto construyeron una  casa de planta baja y las dependencias. En la iglesia parroquial de San Casimiro en Świnice Warckie fueron bautizados todos los hijos de los Kowalski, allí recibieron la Primera Comunión y allí participaban en la santa Misa todos los domingos y fiestas. El 27 de agosto de 1905, el párroco José Chodyński anotó en el registro parroquial: Sucedió en Świnice el 27 de agosto de 1905, a la una de la mañana. Se presentaron: Estanislao Kowalski – agricultor de 40 años, Francisco Bednarek de 35 años y José Stasiak de 40 años – agricultores de Głogowiec, con un bebé de sexo femenino, nacido de Mariana Babel de 30 años, en la aldea de Głogowiec, el 25 de agosto de 1905 a las 8 de la mañana. En el Santo Bautismo se impuso a la niña el nombre de Elena. Asistieron los padrinos: Konstanty Bednarek y Mariana Szewczyk (Szczepaniak).

 

 

Los Kowalski llevaban una vida tranquila marcada por la oración y el trabajo. Dios estaba en primer lugar cada día y no solamente los domingos y las festividades familiares. Desde por la  mañana el padre cantaba „godzinki” (canciones populares polacas en honor de María, basadas en la Liturgia de las Horas) y otras canciones religiosas. Cuando la madre le regañaba porque iba a despertar a los niños, contestaba: Desde pequeños deben aprender que el más importante es Dios. De las paredes colgaban cuadros de temas religiosos y en el lugar central del dormitorio estaba un pequeño altar con Jesús crucificado y dos figuritas de loza: la del Sagrado Corazón de Jesús y la del Corazón Inmaculado de María. Por las noches todos se reunían para orar en común. En mayo, delante de la capilla que se encontraba delante de la casa, cantaban la „Letanía Loretana” y en octubre rezaban juntos el rosario. En las tardes dominicales, de una pequeña biblioteca casera el padre sacaba biografías de los santos para leerlas en común.

 

Para mantener a su numerosa familia, además de trabajar en el campo, el padre se dedicaba también a la carpintería en su pequeño taller. Era exigente consigo mismo y con los niños. No toleraba las más pequeñas desobediencias. La madre se ocupaba de la casa y de la educación de los niños. Con la bondad que la caracterizaba enseñaba a sus hijos a trabajar en casa y en la granja y a cumplir responsablemente con los deberes encargados. Aunque no sabía leer, fue ella quien enseñó a sus hijos las verdades de la fe y las normas morales y los preparó para la Primera Comunión.

 

En tal ambiente de la casa familiar iba creciendo la pequeña Elena, desde los siglos elegida por Dios para ser profeta de nuestro tiempo. Pero algo la distinguía de sus hermanos y otros niños del pueblo. La madre notó que a la niña le gustaba mucho orar. Incluso durante la noche, se levantaba de la cama, se ponía de rodillas y oraba. Cuando le decía: Te vas a volver loca de despertarte tanto y no dormir, Elenita contestaba: Mamita, será el ángel que me despierta para que no duerma y ore.

 

Al cumplir 7 años, por primera vez experimentó el amor de Dios de modo palpable. Estaba en vísperas – recordó después de años – y el Señor Jesús estaba expuesto en la custodia, entonces, por primera vez se me comunicó el amor de Dios y llenó mi pequeño corazón y el Señor me hizo comprender las cosas divinas (Diario 1404). Con gran emoción se preparaba para la Primera Comunión. La recibió del padre Roman Pawłowski en la iglesia parroquial. Regresaba a casa consciente de la presencia del Huésped Divino en su alma. Cuando una vecina la preguntó por qué no iba junto con sus amigas sino sola, contestó: No voy sola, voy con el Señor Jesús. La sensibilidad a la presencia del Dios vivo en el alma se notaba ya en su niñez e iba creciendo durante toda la vida junto con la sensibilidad a las necesidades de otras personas.

 

Desde la niñez se distinguía por „la imaginación de la caridad”. Veía a su alrededor a los pobres y necesitados que venían al pueblo para pedir pan y limosna. No sólo los veía sino que también pensaba en cómo ayudarlos. Una vez oranizó una tómbola, otra se puso la ropa vieja de su mamá y disfrazada de mendiga fue de casa en casa pidiendo limosna que posteriormente entregó al párroco para las necesidades de los pobres. La querían todosrecordaba la madreera la elegida y la mejor de todos los hermanos. Humilde y silenciosa, dispuesta a cualquier tipo de trabajo y a ayudar a todos, pero al mismo tiempo alegre y siempre sonriente.

 

No sólo los padres notaban la bondad de la pequeña Elena, su sensibilidad hacia Dios y a los hombres y su gran obediencia. Tenéis una niña buena, humilde y muy inocenteelogiaba a Elenita la vecina Mariana Berezińska. – Ah, esta Kowalska tiene una niña elegidadecía a otros vecinos. También los hermanos y otros niños veían en Elenita a quien pensaba de otra manera, renunciaba a los juegos campestres, le gustaba la oración y los libros sobre los santos. Desde pequeña le gustaba hablarnos de los santos, peregrinos y ermitaños que se alimentaban solamente de raíces, bayas y miel silvestre – recordaba su hermano Estanislao.- Para agradar al padre, de la pequeña biblioteca casera sacaba libros sobre los santos u otros temas religiosos y los leía en voz alta. Leyendo sobre la vida de ermitaños y misioneros, memorizaba todo y al día siguiente, pastando reses, nos contaba a nosotros y a los demás con todos los detalles las historias leídas. Decía a los niños que cuando sea mayor entrará en un convento  pero nos reíamos de eso . No la comprendíamos.

 

Cuando en 1917, tras la liberación de estas tierras del dominio ruso, en Świnice Warckie fue organizada la educación primaria, Elenita empezó su educación escolar. Ya sabía leer, porque se lo había enseñado el padre. Era una alumna talentosa, asimilaba el saber sin dificultades, sin embargo, tres años más tarde tuvo que interrumpir la educación escolar para ceder lugar a otros niños más pequeños. Como a la familia no le sobraba nada, Elena, al igual que sus hermanas mayores, fue a trabajar de sirvienta en casas de familias acomodadas.

 

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