Flora Cantábrica

Matias Mayor

Lourdes.Español.9,13.4.22,


Novena aparición

(25 febrero)

Después de algún instante de oración Bernardita se levantó para dirigirse cerca de la Gruta, al pasar desplazó las ramas del rosal salvaje y beso la tierra bajo la roca, más allá del arbusto. Descendió por la pendiente, y recogida en si misma, entró de nuevo en éxtasis. Al término de tres decenas del Rosario, Bernardita se levantó, se mostró incierta; toda titubeante se volvió hacia el Gave, y dio hacia adelante dos o tres pasos.

 

 De repente se paró bruscamente, miró atrás como quien se siente llamar y escuchó las palabras que parecían llegar del lado de la roca. Hizo una señal afirmativa, se puso de nuevo en camino no más hacia el Gave, sino hacia la Gruta de la parte izquierda. A tres cuartos de la pendiente se paró y volvió alrededor una mirada llena de extravío.

 

Levantó la cabeza, como preguntando a la Señora; en fin resueltamente se agachó y se puso a excavar la tierra. La pequeña cavidad, se llenó de agua; después de haber esperado un momento, bebió y se mojó el rostro; en fin tomo un poco de hierba y la llevó a la boca.

 

«Mientras estaba en oración la Virgen me ordeno: ve a beber y lavarte los pies a la fuente, y come de la hierba que hay allí. Miré a mi alrededor pues no miraba ninguna fuente. Pensé que la Virgen me mandaba al torrente y me dirigí hacia allá. La Virgen me detuvo y Me dijo: «No vayas allá, ve a la fuente que está aquí». Me señaló hacia el fondo de la gruta. Subí y, cuando estuve cerca de la roca, busque con la vista la fuente no encontrándola, y queriendo obedecer, mire a la Virgen, me incliné y escarbando la tierra con la mano, pude hacer en ella un hueco. De repente se humedeció el fondo de aquella pequeña cavidad y viniendo de profundidades desconocidas a través de las rocas, apareció un agua que pronto bebí y la use para lavarme.

 

Después del descubrimiento de la nueva fuente, muchos se acercaron a la caverna y mojaron algunos trapos en aquella agua. La fuente imprevista a los estudiosos, tuvo desde el primer día un chorro de 120,000 litros cada veinticuatro horas y no se secaba nunca.

El 26 de febrero ocurrió la primera curación milagrosa: el picapedrero Bouriette fue curado de una enfermedad a los ojos mojándose en el manantial. En señal de gratitud todos los pica pedreros abrieron espontáneamente con las manos, las zapas y los picos una calle entre las rocas, para llegar de modo más cómodo a la Gruta.

 

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