Flora Cantábrica

Matias Mayor

Frases del dia 22 .4. 18


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Madre Teresa de Calcuta

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ENFERMERA Y MAESTRA

 

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Muchos vienen de lejos, a veces caminando durante tres horas. ¡En qué condiciones se encuentran! Llenos de llagas en las orejas y en los pies. En la espalda tienen surcos y marcas, por la cantidad de úlceras. Muchos se han quedado en casa porque no podían venir, demasiado débiles debido a las fiebres tropicales

 

Estaba muy contenta con su trabajo de enfermera, pero la Superiora la cambió de puesto, destinándole a trabajar en un colegio muy conocido y distinguido que la Congregación tenía en Calcuta, llamado St. Mary, para muchachas acomodadas y de clase alta. Algunos días libres, aprovechaba para visitar y ayudar a sus pobres a quienes siempre tenía en su corazón de madre

 

El año 1934 escribió: Además de la escuela, debo curar a muchos enfermos y ayudar a diez hermanas en sus estudios

 

En 1935 la Superiora le encomienda la escuela de Santa Teresa y sobre ella escribe: Me he hecho cargo de la escuela de Santa Teresa, que se encuentra en Calcuta… Cuando estos muchachitos míos me vieron por primera vez, se miraban entre ellos, preguntándose si yo era un espíritu malo o una diosa. Para ellos no hay término medio. Quien es bueno con ellos, lo adoran como a una divinidad, mientras que temen a quien es mal intencionado, como si fuese un demonio, y se limitan a respetarlo.

 

 

Me subí enseguida las mangas, saqué todo lo que había en la clase, tomé agua y una esponja y empecé a limpiar el pavimento. Esto los maravilló muchísimo. Se quedaron mirándome puesto que no habían visto nunca a una maestra empezar las lecciones con tal trabajo; sobre todo, porque en la India la limpieza la hacen las castas inferiores. Viéndome alegre y sonriente, las muchachas empezaron a ayudarme, mientras que los chicos traían más agua. Al cabo de dos horas, aquella habitación sucia se transformó, al menos en parte, en una aula escolar, donde todo estaba limpio. Era una sala larga que antiguamente servía de capilla, y hoy estaba dividida en cinco clases

 

Cuando yo llegué había 52 niños, mientras que ahora son más de trescientos.

 

Cada domingo visito a los pobres de los barrios bajos de Calcuta. No puedo ayudarles, porque no tengo nada, pero voy para hacerles felices

 

Una pobre mujer ni siquiera se lamentó una sola vez de su miseria. Yo estaba triste y, a la vez, feliz, viendo que se alegraban con mi visita. Otra me dijo: ¡Oh, Ma, vuelve otra vez! ¡Tu sonrisa ha traído el sol a esta casa! Durante el camino de regreso, pensé: ¡Oh Dios, qué fácilmente los hago felices

 

Sor Teresa iba casi siempre a pie hasta la escuela de Santa Teresa y así podía saludar por la calle con una sonrisa a la gente que se encontraba por el camino. La gente empezó a quererla de verdad y la invitaba a su pobre choza para alegrarles con su visita. ¡Cuánto sufriría por amor a Jesús en sus largas caminatas por los barrios marginados entre el polvo y la suciedad, con cansancio, hambre y sed; sin tener un ventilador ni en el verano más caluroso, viviendo en habitaciones pequeñas, durmiendo sobre colchones duros!

 

En una carta relataba: Dos de mis alumnas me invitaron a visitar su casa, donde su padre se hallaba muy enfermo. No tienen madre, porque murió. El padre es ya anciano y tiene tres hijas. La mayor no va a la escuela, porque tiene que cuidar al padre. Cuando llegué a la puerta de la casucha, el viejo con todas las fuerzas que tenía, intentó ponerse de pie y me invitó a entrar y a acercarme. En la barraca, el aire estaba muy cargado, casi me desmayé, estuve a punto de caerme al suelo, pero el viejo tenía muchas cosas que contarme… Oh, Ma, me dijo, me estoy muriendo. ¡Tú eres mi madre! ¡Tú eres la madre de mis hijas! ¡Tú debes custodiarlas y atenderlas, sé su madre, cuando yo ya no esté! Le prometí todo esto al anciano. Le dije que cuidaría de ellas como si fuera su verdadera madre. Oyendo mis palabras, el anciano puso una cara sonriente y, de la gran felicidad, se puso a bendecirme. ¡Qué feliz era yo cuando veía y comprendía que Jesús me había llamado aquí para hacer feliz la vida de la gente más desamparada del mundo

 

En 1942 hizo un voto privado para manifestar su gran amor por Jesús. Ella escribió: Hice un voto a Dios, obligándome bajo pena de pecado mortal a dar a Dios todo lo que me pidiera y a no negarle nada  . Lo hizo, como aclaró más tarde, porque quería dar a Dios algo muy hermoso

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