Flora Cantábrica

Matias Mayor

Frases del dia24.10 16


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Beata Alejandrina María da Costa

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Dolores y más dolores

 

 

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Hojeando las cartas de Alejandrina a su Director, P. Pinho, nos hacemos una idea, aunque vaga, de sus dolores físicos y de su amor al sufrimiento por la salvación de los pecadores.

 

Esas cartitas breves, verdaderas obras de arte, eran en gran parte dictadas a la hermana, porque ella estaba imposibilitada de manejar la pluma, solamente algunas veces las aumentaba con alguna línea, que le costaban verdaderas agonías.

 

He aquí algunos pasajes:

 

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«¡Bendito sea el Señor, que me llamó a este mundo para sufrir y para soportar tantos disgustos! ¡Yo junté a esto tantos pecados! son estos los que me entristecen, pido todos los días sufrimientos y siento grandes consolaciones en las horas en que más sufro, porque así tengo más que ofrecer a mi Jesús.

 

«Hay sin embargo cosas que cuestan tanto: pero hágase la voluntad de Dios y no la mía». (30-12-1933)

 

«Mi sufrimiento aumentó mucho, ahora tomo solamente líquidos; no consigo masticar por una hinchazón en la boca, quizás así como vino, así se irá; de otro modo, en la delgadez en que me encuentro, me sería imposible vivir… siento mucho la falta de lo poco que comía y muchas veces los líquidos me causan vómitos, sin embargo, no es esto lo que me entristece, porque pido todos los días a Dios que no me abandone un momento, sin Él no soportaría nada». (8-3-1934)

 

«Quisiera agradecerle por mi mano (el Padre le había enviado felicitaciones por su aniversario) y lo hago escribiendo pocas líneas, serán ciertamente las últimas; pido disculpa, no puedo continuar (pasa la pluma a la hermana) mi sufrimiento aumentó mucho, es por eso que serán las últimas líneas que le escribo, es imposible asegurar la pluma en mi mano por cualquier minuto que sea, tantos son los dolores; nunca me rasparon los huesos, pero tengo la impresión de que el dolor sería así… recibí de Jesús un bello presente de Pascua: además de los sufrimientos físicos, sufrí mucho espiritualmente». (7-4-1934.)

 

Dos meses después, escribe:

 

“Se me dislocaron algunas costillas, el médico me dice que es cosa de poco pero no puedo apoyarme sobre ellas sin gran sacrificio, ni siquiera soporto sobre ellas la ropa y sucede que es en el lado derecho, en el que acostumbraba estar” (22-6-1934.)

 

 

«…Tengo la impresión de que las costillas del pecho se unen a la espalda y me causan aflicciones tan grandes, que no sé en que posición estar; cuando los dolores son más fuertes, estoy algunos minutos con mitad del cuerpo en la cama y la otra mitad en el regazo de Deolinda, esto obliga a mi hermana a pasar las noches en mi compañía, me cuesta mucho hasta hablar» (16-7-1934)

 

 

 

 

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